Carmen SalvadorTena,(Administradora)

lunes, 9 de febrero de 2015

LA CABRA MONTESINA


CUENTOS POPULARES ARAGONESES

Desde la región de LA Plata en Venezuela, me llegó su boletín mensual y en el se contaba un cuento que supongo que todos los niños de los años 50 nos  sabíamos, pero que poco a poco se han ido olvidado.
Me puse tambien  a buscar otros cuentos y con gran alegría encontré esta página de la que dejo su dirección por si interesa :
http://antropologiaaragonesa.org/pdf/temas/10.02_Cuentos.pdfhttphttp



La cabra montesina
(Recopilado por Rafael Andolz Canela)  
  La Sra. Práxedes tenía tres hijas, bellísimas, buenas y obedientes, como en todos los cuentos. Todo era alegría en la casa hasta aquella fatídica tarde. Rosita, la mayor de las hijas acababa de limpiar las habas, entonces la madre le dijo:
 - Baja a la bodega y súbete un tarrico de miel para la merienda.
Rosita iba cantando cuando oyó un murmullo en la escalera, después un balido y por último unas palabras terribles que le cortaron la respiración
 “Yo soy la cabra montesina
que se come a chicos y chacos
y personas de todo lugar”.
  Y  la cabra se abalanzó sobre ella y se la tragó.
  La madre extrañada por su tardanza le dijo a otra de las niñas
  - Anda, Guayén, baja a la bodega a ver que pasa con Rosita y trae la miel para merendar.
  La niña se dirigió escaleras abajo llamando a su hermana.  De repente su voz quedó ahogada por otra tenebrosa con idénticas palabras. Y la pobrecita niña corrió la misma suerte que su hermana.
  Pasaba el tiempo y ninguna de ellas subía.  “¿Estarían jugando con algo allá abajo?” Pensaba la madre:
  - Marieta, hija, baja a la bodega a ver que hacen tus hermanas y diles que se den prisa.
  Y la cabra se apareció en la escalera por 3ª vez repitiendo la misma frase a la infortunada Marieta que fue a reunirse con sus hermanas en la tripa del terrible animal.
  La inquietud de la madre iba en aumento, así que decidió bajar “Bajaré yo a ver qué pasa. Nunca me ha ocurrido algo así con las niñas, siempre tan obedientes”
  Bajaba despacio, sin hacer ruido estaba cerca cuando escuchó la escalofriante frase Echó a correr escaleras arriba, la cabra no pudo alcanzarla, salió a la calle llorando y pidiendo auxilio
  - ¡Mis hijas, mis hijas!
  Aparecieron un par de guardias para ayudarla
  - ¿Qué le pasa buena mujer?
  - ¡Ay! Que en la escalera de la bodega hay una cabra montesina que se ha tragado a mis hijas.
  Los guardias desenvainaron los sables y se dirigieron a la bodega. Todo estaba en silencio hasta que se oyó
“Yo soy la cabra montesina /
que se come a chicos y chacos y guardias /
y personas de todo lugar”
  Y también se tragó a los guardias.
  Otra vez está la Sra. Práxedes, en la puerta de su casa, llorando a lágrima viva. En ese momento llega un pelotón de soldado con el sargento, un, dos, un , dos, un, dos...
  Al escuchar los llantos de la mujer el sargento dio el grito de alto. Los soldados se detuvieron dando un taconazo ¡Cataclá!
  - ¿Qué le sucede señora?
  - ¡Ay, muchachos! Que una cabra montesina se ha tragado a mis tres hijas y a una  pareja de guardias que quisieron socorrerlas...
  - No se preocupe, nosotros bajamos y la matamos.
  Con esto la buena mujer se tranquilizó La cabra no podría con muchachos tan valientes. Y allá fueron los soldados en formación porrón pon  pon, porrón pon pon hacia la bodega. Y otra vez la cruenta voz
Yo soy la cabra montesina
que se come a chicos y chacos y guardias  y soldados
y personas de todo lugar”
  Y aunque parezca cosa de cuentos, se tragó también a los soldados con sargento y todo.
  La desesperación de la Sra. Práxedes no tenía límites. Ya nunca recuperaría a sus hijas. Las lágrimas le corrían a chorro. Pasó una hormiguita y le dijo:
  - No se preocupe Yo los salvaré.
  - ¿Cómo vas a poder tú, una hormiguita tan pequeña?
  - Ya le digo que yo los salvaré.
  Y con pasos menuditos se fue a la bodega. La cabra, que tenía muy buen oído la oyó bajar y repitió su cantinela.
“Yo soy la cabra montesina /
que se come a chicos y chacos y guardias  y soldados / y hormigas
y personas de todo lugar”
  Y se fue a por ella, pero su bocaza era demasiado grande y siempre se le escapaba. La hormiguita se le subió por una pata y empezó a picarla y picarla. La puso tan nerviosa que la cabra terminó dando saltos descontrolados hasta que cayó escaleras abajo y se mató.
  ¡Qué alegría! La Sra. Práxedes vio  como salían de la tripa de la cabra los soldados desfilando porrón pon, pon, porrón pon pon y detrás los guardias limpiando sus sables. A continuación, vivas y sonrientes aparecieron Marieta, Guayén y Rosita.
  - ¡Ay, Hormiguita! ¿Cómo te podré pagar un favor tan grande? Ya sé, te daré un saco de trigo para que no tengas que trabajar en todo el verano y tengas comida para todo el invierno.
  La hormiguita se puso a cantar
“No cabe tanto en mi saquetillo, no muele tanto mi molinillo”
  - Pues si no quieres un saco, te daré un puñado.
  La hormiguita volvió a cantar lo mismo
  - Entonces te daré una docena de granos
  Y otra vez la canción...
  - Pues media docena...
  La hormiga seguía cantando...
  - Bueno, te daré un grano...
  Y la hormiguita muy contenta cantó
“Sí cabe tanto en mi saquetillo, sí muele tanto mi molinillo”
  Tomó su grano y todos sonrientes la vieron marchar feliz arrastrando su saquetillo.
   Y... colorín colorado, este cuento se ha acabado.( por la chimenea al tejaü)

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