CON PREOCUPACIÓN ante la situación que desde hace tiempo se plantea ante Cataluña, pero sobre todo con inquietud ante las informaciones contradictorias que se están dando del uso de la
HISTORIA, la falta de rigor científico, la manipulación y falsedades que están dañando la convivencia en este país llamado España, me vais a permitir esta página.
Explicar en profundidad las causas y consecuencias de un
hecho histórico, detenerse en leer, estudiar aunque sea a nivel de una mera divulgación, por supuesto no a nivel especializado ni en una investiación sesuda y exaustiva, es demasiado farragoso, mejor es dar consignas fáciles, que repetidas mil veces calan en el pueblo aunque sean mentiras, ya se sabe las ténicas de Goebels.
Me alegro de haber encontrado este artículo de
La Vanguardia Digital, después de algunas horas de búsqueda de informaciones que no parezcan "agresivas" a algunas posiciones nacionalistas para explicar el hecho de
La Diada :
En 1988, poco después de haber dejado la dirección general
de Promoció Comercial de la Generalitat de Catalunya, publiqué el libro La
Catalogne (Presses Universitaires de France), donde hacía un análisis de la
incuestionable especificidad catalana. En aquel momento casi nadie hablaba de
independencia de Catalunya y sí de mejorar la relaciones con el resto de España
en el marco de la Constitución Española de 1978 y el Estatut d'Autonomia de
Catalunya.
Tras la decisión del Parlament de Catalunya de declarar el 11
de septiembre Diada Nacional de Catalunya (ley 1/1980 de 12 de junio) se ha ido
reafirmando oficialmente la conmemoración de tal fecha como una cita
reivindicativa cuya primera celebración se había producido en plena exaltación
romántica en 1886.
La figura de Rafael Casanova, último conseller en cap
antes de que la resistencia austriacista cediera al impulso de las fuerzas
borbónicas el 11 de septiembre de 1711, se ha ido magnificando desde aquel
primer recuerdo oficial del Ayuntamiento de Barcelona de dedicarle una calle del
nuevo ensanche Cerdà en 1863 y de poner una estatua suya -junto a las de otros
prohombres de la historia de Catalunya- en la avenida de entrada a la Exposición
Universal de Barcelona de 1888.
Esta estatua luego se trasladaría al
lugar que hoy ocupa y que coincide con el lugar aproximado en que Casanova cayó
herido durante el ataque de las tropas francesas del duque de Berwick en el
asalto que ponía fin a una resistencia que el propio Casanova había considerado
que resultaría estéril, pero que tuvo que dirigir para cumplir el mandato
fanatizado religioso de los brazos que podían decidir sobre resistir o negociar,
olvidando que el candidato austriacista a la Corona española se había retirado
de la lucha por el trono de España tras el tratado de Utrecht dejando el campo
libre a Felipe V para instalarse en el poder conforme al testamento de Carlos II
el Hechizado.
Esta es la historia, pero la utilización que se está
haciendo ahora del 11 de septiembre traiciona el espíritu de Casanova, pues se
le asocia a la consulta que se propone para el 9 de noviembre y que los
independentistas querrían que se convirtiera en un referéndum a favor de la
independencia de Catalunya. Este no fue el espíritu que presidió el quehacer de
Casanova, que, tras retirarse herido en la defensa de Barcelona, obtuvo el
perdón de Felipe V y ejerció con normalidad como abogado hasta su fallecimiento
en 1743.
La proclama de Casanova, como conseller en cap, el propio 11 de
septiembre de 1714, ilustra claramente esta asintonía. La proclama decía: "Se fa
saber á tots (...) que la deplorable infelicitat de esta ciutat, en què avuy
resideix la llibertat de tot lo Principat y de toda Espanya (...) pero com tot
se confía, que tots com verdaders fills de la patria, amants de la llibertat,
acudirán als llochs senyalats á fi de derramar gloriosament seva sang y vida,
per son Rey, per son honor, per la patria y per la llibertat de tota
Espanya".
Deducir de estas palabras que Casanova luchaba por la
independencia de Catalunya es, pues, una invención que se ha visto fomentada en
los últimos meses tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut
Maragall y por la presión de algunos partidos y grupos sociales aprovechando el
tricentenario y las fricciones de gobernanza Moncloa-Generalitat. Con esto,
entiéndaseme bien, no pretendo negar que Casanova prefería una España
descentralizada a lo austriacista que una España centralizada a lo borbónico,
como se impondría con el decreto de Nueva Planta.
El independentismo
catalán merece todo mi respeto, pero no debería basarse en reinterpretaciones
erróneas de la historia real de este país y de las relaciones de Catalunya con
el resto de España.
Leer más:
http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20140908/54415754372/rafael-casanova-proceso-catalan-francesc-granell-opi.html#ixzz3CqvNWhJh
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