Carmen SalvadorTena,(Administradora)

miércoles, 21 de mayo de 2014

NACIMIENTO DE LA CONCIENCIA NACIONAL ARAGONESA


A punto de  culminar el proceso de formación territorial de Aragón se inicia la etapa sin duda más interesante de la vida del reino: el tiempo en que tenía que «hacerse por dentro», sentirse a sí mismo y definir su personalidad, su yo colectivo, diferenciado en el seno de la ya constituida Corona de Aragón.

Las estructuras político-sociales y jurídicas forjadas en la «reconquista» de tierras han de adaptarse, precisamente, a la falta de tierras nuevas, y ello exigía una transformación del papel de los grupos nobles guerreros; había que buscar nuevas formas de desarrollo económico y de proyección exterior; el ordenamiento legal propio de reconquistas y repoblaciones no era ya adecuado y la nueva época trae consigo, además, el primer asentamiento del poder de la Monarquía, tan condicionada hasta aquí por las limitaciones típicamente feudales.

 Lo que por simple comodidad llamamos Aragón no era en 1200 sino conglomerado de «tierras del rey» al lado de un conglomerado semejante a lo que llamamos «Cataluña» con mayor impropiedad aún. El siglo XIII es un período conflictivo y de cambios acelerados, la mayor parte del cual lo ocupa el reinado de Jaime I el Conquistador. Con su política, sobre todo con su debilidad con las oligarquías y algunas torpezas, don Jaime acelera el proceso de definición de las distintas «patrias»

La recuperación de Mallorca y Valencia (1229 y 1238) constituyó la auténtica prueba de fuego para la constitución de la Corona de Aragón. Requería por primera vez la colaboración de grupos sociales como la burguesía de marinos y comerciantes de la costa catalana, que se entregó a esta tarea compensando las resistencias del ejército nobiliario tradicional. Tal ayuda facilitó la «catalanización» rápida de Mallorca y el que el monarca se sintiera mejor arropado y apoyado en Cataluña. A la hora de emprender la conquista de las taifas valencianas, la aristocracia de Aragón, después de nuevas resistencias miopes, decide ayudar, pero a condición de que la empresa se planteara como obra exclusiva de Aragón.
 El soberano decidió, con cierta lógica, que tanto Mallorca como Valencia quedaran constituidos como dos reinos nuevos, separados y autónomos, junto a Aragón y Cataluña. Las oligarquías aragonesas recibieron particularmente mal esta medida.
FRONTERAS DEL REINO
Finalizada la reconquista era irremediable fijar la separación entre los distintos territorios, harto confusa hasta entonces. En este punto, las imprudencias del monarca, sus caprichos y hasta sus ilegalidades acabaron volviéndose contra Aragón.
 Divorciado de su primera esposa, el único hijo del matrimonio, Alfonso, fue reconocido como heredero de Aragón «desde el Segre hasta Ariza». Casado por segunda vez y con nuevos hijos, el rey se empeña en unos proyectos de repartos improcedentes y contrarios a ley. En el testamento de 1242 Alfonso hereda Aragón y Cataluña juntos; pero en el de 1244 sólo Aragón, con límite oriental en el río Cinca. Naturalmente, toda Ribagorza y hasta la misma Lérida quieren quedar incluidas en Aragón, pero las oligarquías catalanas protestan y Jaime I les da la razón. A partir de 1248 (tercer testamento) se inicia la revuelta del primogénito perjudicado por el reparto, apoyado por la nobleza de Aragón y bastantes villas. Podemos considerar el episodio como el primer acuse de una conciencia «aragonesista»; las fuerzas vivas mantienen su lucha en defensa de un reino recortado hacia Valencia y hacia Ribagorza-Fraga-Lérida. En 1260 muere el príncipe Alfonso, pero el mal ya estaba hecho: la frontera con Cataluña queda fijada donde no correspondía y este motivo de queja aparecerá intermitentemente, aun después de la devolución de Ribagorza a Aragón en 1300.

 Al mismo tiempo que avanza el proceso de definición territorial de «Aragón», se camina hacia su definición jurídica. En el s. XIII éste es un proceso general en Occidente: se trataba de crear un corpus legal para todo un reino para paliar los inconvenientes de la existencia de multitud de fueros locales y personales, carentes de la necesaria cohesión y homogeneidad. Una de las primeras medidas que había tomado Jaime I respecto a Valencia fue, precisamente, la de dotarle de un corpus de Fueros específicos. Aquí esta tarea se intenta en 1247 encargando al obispo de Huesca, Vidal de Canellas, la redacción de un Código, que se llamará, en efecto, Fueros de Aragón.

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