Valoraciones del reinado de
Jaime l
Cómo
elementos negativos, es preciso advertir que el juicio histórico sobre Jaime I
depende del reino en el que se centra el historiador. Para los historiadores
aragoneses las conclusiones suelen ser negativas, aduciendo el carácter patrimonial
que dio a sus reinos, sin importarle repartir sus dominios entre sus hijos.
También es criticada la fijación de la frontera catalano-aragonesa en el Cinca,
lo que supuso la adjudicación final de Lérida a
Cataluña y la separación definitiva de Aragón y Cataluña en dos entidades con
derecho y Cortes diferentes, tras llevar cien años unidos. La expansión
territorial también es enjuiciada negativamente, puesto que con la conquista y
creación de los reinos de Mallorca y Valencia, Del otro lado, para mallorquines y valencianos, la valoración es completamente opuesta: Jaime I es un gran rey, el padre fundador de los reinos, el creador de sus señas de identidad hasta nuestros días: territorio, lengua, fueros, moneda, instituciones, etc.
El territorio de Aragón quedó fijado definitivamente desde comienzos
del siglo XIV en cuanto a sus fronteras exteriores se refiere. Sobre una
superficie de 42.000 km2 aproximadamente, las Cortes de Maella de
1404 estimaron la existencia de unos 47.683 fuegos u hogares, cifra rectificada
poco después de las Cortes de Valderrobres de 1429, que rebajaron tal
estimación, y contrastada, asimismo, tanto con la de las Cortes de Zaragoza en
1364 (34.200 casas) cuanto con la
ofrecida por el único censo detallado conservado para finales del siglo XV
(51.540 fuegos). En resumen, alrededor de 200.000 habitantes desigualmente
repartidos sobre una serie de divisiones administrativas y bajo diversas
jurisdicciones laicas y eclesiásticas, reales o señoriales.
Jaime II había incluido en el reino Ribagorza, la Litera (hasta la denominada
«clamor de Almacellas»), Fraga y el señorío de Albarracín. Sobre dicha
superficie geográfica, un sistema de ciudades, villas y comunidades relacionaba
todas las posibilidades de desarrollo económico y social del territorio y
posibilitaba su participación en las Cortes dentro del estamento de las
«universidades» o tercer estado, que en Aragón constituía el cuarto brazo
(siendo los otros tres el de los ricos-hombres, el de los caballeros y el de
los eclesiásticos). Poblaciones y comunidades que formaban el realengo y a las
que había que añadir las correspondientes al señorío laico y eclesiástico.
La mayor concentración humana se daba evidentemente en las ciudades
(Zaragoza, Tarazona, Huesca, Jaca, Barbastro, Calatayud, Daroca, Teruel y
Albarracín, más Borja desde el siglo XV), en las villas más importantes
(Alcañiz, Montalbán, Tauste, Ejea, Sádaba, Uncastillo, Sos, Zuera, Almudévar,
San Esteban de Litera, Tamarite, Monzón, Sariñena, Fraga, Aínsa, etc.) y en las
comunidades ibéricas (de las aldeas de Calatayud, Daroca, Teruel y Albarracín).
Dispersándose, en cambio, la población por el resto del país en el medio rural
con una especial incidencia señorial en el somontano oscense, Ribagorza, valles
del Jalón y Jiloca, bajo Ebro, etc. Dispersión que tenía, no obstante, como
base del entramado que relacionaba a los aragoneses, tanto las entidades
comarcales cuanto el sistema de mercados y ferias, y que soportaba a su vez la
infraestructura administrativa de la consideración de bailías, marinados,
sobrejunterías y otras circunscripciones menores.
Ya desde el siglo XIII Aragón comprendía cinco subdivisiones territoriales
con cabeceras en Zaragoza, Huesca, Sobrarbe, Ejea y Tarazona, que, a modo de
juntas estaban bajo el gobierno de un sobrejuntero, encargado de hacer cumplir
la ley y perseguir al delincuente. Al margen quedaban las comunidades de aldeas
mencionadas anteriormente, en torno a Calatayud, Daroca, Teruel y Albarracín.
En las Cortes de 1367, celebradas entre Zaragoza y Calatayud, se
consideró que el territorio aragonés comprendía hasta quince subdivisiones de desigual extensión y
contenido:
1. Partida y sobrejuntería de Jaca.
2. Partida de Aínsa y sobrejuntería del Sobrarbe y los Valles.
3. Partida de Ribagorza, con Barbastro, Fraga, tierras de los Moncadas y lugares del Alcanadre.
4. Partida y sobrejuntería de Huesca.
5 . Sobrejuntería de Ejea.
6. Zaragoza, Zuera y aldeas.
7. Tierras de los Fernández de Híjar y de los Alagón hasta el Ebro.
8. Montalbán y sus aldeas,la Foz
y sus aldeas y tierras de Juan Ximénez.
9. Alcañiz y aldeas, Daroca y aldeas.
10. Teruel y sus aldeas, Albarracín y las suyas, Manzanera, Mora, Mosqueruela y Rubielos.
11. Calatayud y sus aldeas.
12. Ríos de Aranda y Jalón, entre Alagón, Pedrola, Luceni, Bardallur, Plasencia, Figueruelas, Cabañas, Almonacid y Pinseque.
13. Tarazona, Borja, Magallón y comarca, lugares del conde de Luna.
14. Bailía de Cantavieja, Castellote, Aliaga.
15. Tierras dela Orden
de Calatrava, del arzobispo de Zaragoza, de la Orden de San Juan del Hospital.
1. Partida y sobrejuntería de Jaca.
2. Partida de Aínsa y sobrejuntería del Sobrarbe y los Valles.
3. Partida de Ribagorza, con Barbastro, Fraga, tierras de los Moncadas y lugares del Alcanadre.
4. Partida y sobrejuntería de Huesca.
5 . Sobrejuntería de Ejea.
6. Zaragoza, Zuera y aldeas.
7. Tierras de los Fernández de Híjar y de los Alagón hasta el Ebro.
8. Montalbán y sus aldeas,
9. Alcañiz y aldeas, Daroca y aldeas.
10. Teruel y sus aldeas, Albarracín y las suyas, Manzanera, Mora, Mosqueruela y Rubielos.
11. Calatayud y sus aldeas.
12. Ríos de Aranda y Jalón, entre Alagón, Pedrola, Luceni, Bardallur, Plasencia, Figueruelas, Cabañas, Almonacid y Pinseque.
13. Tarazona, Borja, Magallón y comarca, lugares del conde de Luna.
14. Bailía de Cantavieja, Castellote, Aliaga.
15. Tierras de
Por enciam de esta estructura
intraterritorial existen los oficiales del gobierno y los oficiales de la
justicia (gobernador, baile general o Justicia mayor, soportando mayor responsabilidad
y atribuciones), coincidiendo en todos los casos el indigenismo en los oficios
del gobierno y de la administración. Y más arriba todavía los organismos del poder central de la Corona que se
integraban en el Consejo Real del monarca, que retuvo en una sola dinastía el
poder supremo sobre los diferentes territorios de la Corona , de los que Aragón
era cabeza nominal de la misma.
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