Cómo diría mi tía…..
“Lo del rey Jaime l es, cómo diría mi tía Pilar, p´a mear y
no ca´ir gota”
Y es que repasando su historia fue de lo más nefasto para su
reino de Aragón, un “desustanciau”, un “destalentao” un ….pa qué nos vamos a incomodar….Y es que siendo
más grande que un mallo, tenía muy poca cabeza a pesar de que con su casco
medía dos metros .
Don Jaime careció de
sentido político; tuvo una mezquina visión de la monarquía, no la vió entera y
una como sus antepasados y, después de él, su hijo; es el hombre de los límites
y de las recortaduras.
No fué militar precavido, Fué muy
mujeriego; los cronistas lo excusan diciendo que más que solicitar él, era
solicitado. Hombre de poca intensidad de afectos fué mal marido de sus mujeres
y mal padre de sus hijos, siendo dominado por las ambiciones de su segunda
esposa Violante de Hungría a favor de sus hijos. Vivió en lucha constante con
sus súbditos por su imperialismo nacido de su vanidad. A ésta sacrificó los
intereses de la nación.
La causa de todos estos defectos es, en primer lugar,
su carácter ligero, débil con los fuertes, fuerte con los débiles, altanero y
convencido de su valer. Pero influyó mucho en exagerar este carácter su
educación.
El pobre don Jaime fué separado de su madre muy niño y
entregado a Simón de Montfort, que lo puso en Carcasona en manos mercenarias; a
los seis años, y por reclamarlo los aragoneses al Papa, lo entregó el vencedor
de Muret al cardenal legado que lo trajó a Lérida, donde juraron tenerlo por su
rey y señor catalanes y aragoneses reunidos en asamblea; para tenerlo bajo
custodia segura, encomendáronlo a Guillermo de Mondredón, Maestre de los
Templarios, que lo encerró en el castillo de Monzón y aquí pasó el
resto de su niñez; pudo salir de su verdadero encierro favorecido por algunos
caballeros de Aragón y se refugió en Huesca; tenía diez años, pues ocurría esto
en 1216. A partir de este momento no tubo vagar suficiente para instruirse ni
en la lectura y escritura ni en otra clase de saber más elevado; por otra parte
se acostumbró a mandar y a ser obedecido y a obligar a que le obedeciesen. El
acatamiento de los humildes, sus fáciles triunfos, corroboraron la obra de la
naturaleza.
Pero su peor acción política fue en el
reino de Aragón
En la política interior, su obra fué tan
funesta. Manejábalo en esto su mujer doña Violante, la cual, influída por la
misma vanidad que su marido, buscó para sus hijos e hijas matrimonios ilustres
y pretendió romper la unidad del reino creada en tiempo de don Berenguer IV,
para que sus hijos fuesen también reyes y condes independientes, primero en
perjuicio de don Alfonso, el hijo del primer matrimonio del rey, después en
perjuicio del mayor de los habidos en el segundo.
Esta maléfica influencia de doña Violante sobre su
marido y la debilidad de éste hicieron que don Jaime separase Aragón de
Cataluña, nombrando sucesor suyo en aquél al infante don Alfonso y en éste a
don Pedro. Para que los aragoneses juraran fidelidad y reconocimiento a su
futuro soberano, los llamo a cortes en Daroca y entre los llamados figuraban
los ciudadanos de Lérida, dando a entender con ello que Lérida formaba parte de
Aragón.
Se renovó con esto la cuestión de si Lérida era
catalana o aragonesa como en tiempo de Alfonso el Batallador y Ramón Berenguer
III, y la voluntad de una mujer decidió la cuestión. Don Jaime promulgó un decreto que le acreditó de veleidoso y de
hombre poco serio; en él afirma que algunos, por haber sido los de Lérida a
las cortes de Daroca a jurar a don Alfonso como rey de Aragón, entendían que
Lérida formaba parte de este reino, y que no, que Lérida formaba parte de Cataluña. Entonces señaló los linderos de ésta encerrándola entre el Cinca desde
sus fuentes hasta el Ebro y este río hasta Tortosa.
Pero los leridanos, al exigirle nuevo juramento de
fidelidad y reconocimiento a don Pedro, como conde Barcelona, se negaron dando
por razón que les obligaba el prestado en Daroca; en vano les absolvió de él
don Jaime: fueron igualmente inútiles sus halagos y sus amenazas; los leridanos
se mantuvieron inflexibles en su negativa, en tanto que don Alfonso, a quien
habían reconocido como a su futuro monarca, no les libertase de su obligación.
Nacido un nuevo hijo del
matrimonio Jaime-Violante y queriendo ésta que ése también fuese rey, aquél
hizo un nuevo reparto de sus Estados, dejando al hijo de doña Leonor el reino
de Aragón, a Pedro, Cataluña y a don Jaime Valencia, involucrando más el
problema y echando unos pueblos sobre otros.
La enérgica oposición de los aragoneses a la
separación de Valencia, apoyados por el ya primogénito Pedro, impidió que
Aragón quedara sin salida al Mar; los catalanes toleraron la separación de las
Baleares y los condados de Rosellón y Cerdaña y el señorio de Montpeller.
Murió don Jaime el 26 de Julio de 1276.
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