¿EL BATURRO ES SINÓNIMO DE ARAGONÉS?
CHUFLA CHUFLA...CÓMO NO TE APARTES TÚ |
La RAE define baturro en la actualidad
como rústico aragonés; pero hasta no hace mucho tiempo se podía leer:
despectivo de «bato», «hombre tonto, rústico, poco inteligente»; para Borao
, baturro «se dice de los jornaleros del
campo y gente menos acomodada; pero es voz familiar»; y para Casares es
adjetivo, «rústico aragonés»; finalmente, Rafael
Andolz lo define como «natural de Aragón» o
castizo, y afirma que «generalmente no tiene el sentido que le da la Academia».
En realidad se ha perdido la acepción del adjetivo, como labriego o rústico, y
ha cobrado el apelativo cariñoso del aragonés, aunque siga conservando el matiz
peyorativo «baturrada».
Entre 1797 y 1897 se publicaron, al
menos, quinientos sesenta artículos de costumbres, además de abundantes
ediciones, recopilaciones y antologías de cuentos populares o novelas
inspirados en la realidad aragonesa; también los chascarrillos se multiplicaron
en la prensa diaria y hasta floreció el teatro centrado en la figura del
baturro. Este éxito, que recuerda el de otras muchas expresiones de lo baturro
durante las fiestas del Pilar – incluido el teatro de Martínez Soria en su
momento y ahora el de Marianico el Corto –, prueba que muchos aragoneses
viven hoy esa representación distorsionada de sí mismos al margen del
gusto culto y hasta de su espesor ideológico.
Pedro Laín Entralgo, ex director de la
Real Academia Española, realizó ayer en Zaragoza un elogio de lo aragonés
contraponiéndolo a los tópicos que circulan sobre los nacidos en esta tierra.
Laín renegó de ese concepto de baturro que lleva aparejado la tozudez y un
chabacano concepto de la llaneza.
"Entonces
me di cuenta que yo tenía la j minúscula". ( su sillón en la RAE) Desde el
recordatorio Laín aseguró que comenzó a reflexionar sobre su condición de
aragonés y aseguró que el baturro es un invento del folclorismo del XIX. Lo
dató en un libro de Crispín
Botana, “La gente de mi tierra en las Fiestas del Pilar”, y
aunque reconoció su gracia, abominó de su influencia. Habló de la jota
mayúscula que canta el hombre echao p"alante que se autoproclama honrao,
valiente, franco y tozudo y desgranó el decálogo de confusiones que identifican
a la tozudez como la caricatura de la paciencia y el tesón, dijo que la
franqueza no es nada si no está acompañada de delicadeza y cortesía y que si la
honradez existe está feo hacer ostentación de ella. - ,
El
baturrismo se fue configurando con la imagen literaria y gráfica de
Aragón y de los aragoneses a partir de la gesta de la guerra de la
Independencia. Sus autores fueron principalmente viajeros, que a lo largo del
siglo XIX visitaron los lugares pintorescos de Aragón, o aragoneses que
desde Zaragoza y Madrid contribuyeron con entusiasmo a su creación. Pero se
desarrollará en las últimas décadas del siglo con el progreso de las Artes
Gráficas y la incorporación técnica de la cromolitografía y el fotograbado.
Durante el romanticismo interesó Aragón como curiosidad
por sus paisajes pintorescos y las costumbres y tipos singulares de las
ciudades. Pero no siempre sus imágenes son precisas o unívocas, pues bien se
idealizan los tipos, o apenas se diferencian por su indumentaria de los de
otras provincias limítrofes. Sin embargo, a comienzos del siglo XX se
pretenderá transmitir a través de las artes del color la imagen de una
personalidad regional ligada a conceptos o expresiones tan queridos a la
literatura de ensayo y de divulgación de comienzos de siglo como los de alma
o raza peculiares de cada región.
Hay que dejar sentado que la imagen de Aragón se proyectó
fundamentalmente desde Madrid, promovida por aragoneses e impulsada desde periódicos,
revistas y otras ediciones costumbristas de formato menor, muchas veces con
exceso de ganga de chascarrillos o, en el peor de bastantes casos, de chistes
palurdos. Fue tomando cuerpo simultáneamente en tres manifestaciones culturales
distintas, aunque complementarias, que se autoalimentaron.
1. En la literatura de prosistas y versificadores, a
través sobre todo de narraciones y cuentos breves y, aunque menos, también en
los diversos géneros teatrales finiseculares. Un ejemplo singular que
abastecerá la copla y el cine y que como ópera pasará a escenarios europeos,
fue el drama rural de ambiente aragonés La Dolores (1895), de J.
Felíu y Codina.
Como es sabido, su autor había sido dos años antes el
mantenedor de los primeros Juegos Florales de Aragón, celebrados en Calatayud..
Narraciones breves, con los que Braulio Foz enhebra la
vida picaresca y burlesca de su Pedro Saputo (1844),
aunque procedentes más bien, en opinión de los críticos, del caudal de cuentos
tradicionales, con una intención aleccionadora para sus paisanos de Almudévar2.
Periódicos y revistas primero, y después las numerosas
colecciones y antologías de cuentos serán, como para casi toda la narrativa
decimonónica, sus principales medios de difusión3. El ambiente de
exaltación literaria de las virtudes y rasgos peculiares de los aragoneses
venía p r e p a r a d o por los certámenes de creación de jotas, promovidos por
el Ateneo de Zaragoza y por los anuales Juegos Florales,
coincidentes con las fiestas del Pilar. Los de 1902
debieron ser los más poético-costumbristas, con un mantenedor, el venerable
dramaturgo Marcos Zapata, y u n joven poeta tan representativo del costumbrismo
rural como José María Gabriel y Galán, que obtuvo la Flor Natural.
2. En la zarzuela, de cuyos éxitos se aprovecharán para
divulgar todo lo que sonaba bien el piano callejero de manubrio, las
cupletistas, el gramófono y el cine. Con estas novedades técnicas y culturales
se renovará el i n t e r é s por el g é n e r o de costumbres aragonesas en su
versión más popular del baturrismo. Lo explotará en seguida la productora
barcelonesa Studio Films con una serie, nada menos que de diecisiete cuadros breves,
presentados entre 1911 y 1917 bajo el título de Cuentos baturro ilustrados
en el cine, que lograrán muy buenos resultados de taquilla en España e
incluso al otro lado del Atlántico. Pero el éxito cinematográfico más completo
como negocio, lo alcanzará Nobleza baturra —en sus dos versiones, muda
(1925) y hablada (1935)— de Florián Rey, con guión de Joaquín Dicenta y
ambientada en escenarios naturales de calles y rincones típicos de Zaragoza,
incluido el interior del templo del Pilar. Presentada como película de
costumbres aragonesas, adaptada por su autor a la escena,
en tres actos y cuadros, en prosa, mantiene, como puede verse, el esquema
escénico de la zarzuela y reelabora el argumento de otra como El guitarrico,aderezado
con chascarrillos baturros de procedencia narrativa
Como escribieron los historiadores de la zarzuela Arnau y
Gómez: «Bien sabido es que la región aragonesa, después de Madrid y de
Andalucía, es la que más juego ha dado al género lírico español, y su ritmo
típico, la jota, señala alguno de sus mejores triunfos»1 2.
Éstos serían en secuencia cronológica:
1879: se estrena en Zaragoza La jota aragonesa, de
Manuel Fernández Caballero, que se convertirá en el indiscutible intérprete de
lo aragonés a través de la música. La acción transcurre durante los Sitios de
la guerra de la Independencia.
1893: Echegaray y Caballero estrenan en Madrid El dúo
de la Africana. Fue tal el éxito de esta oportunista reinterpretación de la
ópera La Africana, de Meyerbeer, que llegó a representarse más de
doscientas veces seguidas. Aunque no tenía nada que ver con un asunto o
ambientación aragoneses, lo más popular fue la música con sus romanzas y
esta inolvidable jota a dúo, que le ha dado merecida pervivencia:
No cantes más La Africana,
Vente c o n m i g o a Aragón,
y allí la Jota que e s gloria,
nos cantaremos los dos.
1898: Gigantes y cabezudos, del inseparable dúo
Echegaray y Caballero, desarrolla el argumento, en carne viva, de la pérdida de
las colonias y del retorno de los soldados, derrotados, enfermos o heridos. La
ambientación se apoyaba en cuadros de fuerte colorido local, pues la acción se desenvuelve
en Zaragoza, con letra y música aragonesas. Las escenografías, que incluso
fueron ovacionadas en varias representaciones, se debieron a Luis Muriel, que
supo recrear ambientes típicos de Zaragoza, como la plaza del mercado donde se
escenifica la trifulca de las verduleras, o los paisajes urbanos para la
procesión y la comparsa de los gigantes y cabezudos
Por fin te miro,
Ebro famoso,
hoy es más ancho
y es más hermoso.
¡Cuánta belleza,
cuánta alegría,
cuánto he pensado
si te vería!,
y otros diálogos que a c u ñ a r á n la imagen más p e d
e s t r e e indeleble del baturrismo,
como esta estrofa de «Los de Calatorao» que canta el coro de baturros al llegar
a la capital:
Por ver la Pilarica
vengo de Calatorao.
Vinimos en la perrera,
Jesús la que hemos gastao!
Por ver la Pilarica
está muy bien empleao.
Chiquio, no te pierdas.
¿Vas bien agarrao?
Voy
agarradico, no tengas cuidiao
De 1900 es la zarzuela cómica en un acto El
guitarrico, con música de Agustín Pérez Soriano y libreto de Pascual
Frutos y del hijo de Fernández Caballero. Compusieron un cuadro rural,
ambientado en la plaza de un pueblo aragonés para representar el tema, tan
traído a la escena española desde el barroco, de los amores e n t r e Perico y
Trinidad, obstaculizados por su desigual clase social.
Suena, guitarrico mío:
suena guitarrico, suena.
Dila muchas cosas.
Dila que la quiero,
dila que no vivo,
dila que me muero.
Otros estrenos posteriores de zarzuelas aragonesas fueron
el de Los de Aragón (1927), del periodista J u a n José Lorente y
música de José Serrano, Baturra de temple (1929), de Federico
Moreno Torroba y, en 1930, de nuevo el tándem Lorente-Serrano estrenará La
Dolorosa, por cuyo éxito musical de duetos, jotas y romanzas se
mantendrá en los escenarios hasta bien entrados los años cincuenta.
3. En las artes
plásticas, que constituyen el argumento principal de esta exposición, no
debemos pensar sólo en la pintura o arte culto, sino que deben incluirse
necesariamente, por su mayor poder divulgador, el arte periodístico de las
ilustraciones gráficas, el de los carteles de fiestas, los pasquines y
prospectos publicitarios, la industria de las tarjetas postales y,aunque con
efectos retardados, el trabajo de campo etnográfico desplegado por fotógrafos
aficionados y directores de documentales etnográficos sobre tipos, trajes
populares y costumbres ancestrales.
A falta de bandidos y salteadores, viajar por Aragón
tenía otros riesgos. Las partidas carlistas acecharon muchas veces a los grupos
de viajeros, y son citadas habitualmente, para aviso de lectores
viajeros, las posadas donde los parásitos y posaderos les
chuparon la sangre y los cuartos.
Mayor difusión, sobre todo literaria e ilustradora tendrá
la imagen de Aragón con la estancia de los hermanos Bécquer en Veruela.
Residieron en el monasterio desamortizado d u r a n t e los veranos de 1863 y
1864, y
Valeriano debió volver en agosto de 1865 y en marzo del
siguiente año. En el periódico madrileño El Contemporáneo serán
publicadas las Cartas desde mi celda del poeta y verán la luz las
ilustraciones de Valeriano en las
revistas El Museo Universal (sucesor del Semanario Pintoresco
Español), en La Ilustraciónde Madrid y en La Ilustración Española
y Americana.
Valeriano Bécquer había sido pensionado por el
Ministerio de Fomento para pintar y dibujar los tipos y costumbres de las
provincias españolas de Ávila, Soria y Aragón. Dejará numerosos apuntes
artísticos de la iglesia y claustro del monasterio cisterciense de Veruela y
dibujos con escenas de
los pueblos del Moncayo, de los que
destacaría por su interés costumbrista El tiro de barra y La corrida
de toros. Su trazo discurre siempre con soltura y hasta con elegancia, al
modo de las ilustraciones del francés Gavarni.
Reproducen con más espontaneidad que sus óleos
las costumbres, tipos y ambientes aragoneses, como puede verse en el titulado Interior
de una casa de Aragón, también conocido como El chocolate (1865,
SevillVisitará también Ansó Joaquín Sorolla, en 1912 y, dos años
después, residirá en Jaca para preparar el cuadro de costumbres aragonesas para
la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society of America, de NuevaYork.
Dentro de ese vasto programa dedicado a las regiones de España, la escena
representativa de Aragón fue la de la jota, bailada por parejas con trajes
ansotanos, ante un fondo de montañas
Enlace : .
-
La imagen costumbrista de Aragón - Institución Fernando el Católico
ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/18/61/06garciaguatas.pdf
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