CUENTOS POPULARES ARAGONESES
Desde la región de LA Plata en Venezuela, me llegó su boletín mensual y en el se contaba un cuento que supongo que todos los niños de los años 50 nos sabíamos, pero que poco a poco se han ido olvidado.
Me puse tambien a buscar otros cuentos y con gran alegría encontré esta página de la que dejo su dirección por si interesa :
http://antropologiaaragonesa.org/pdf/temas/10.02_Cuentos.pdfhttphttp
La
cabra montesina
(Recopilado por
Rafael Andolz Canela)
La Sra. Práxedes tenía tres hijas, bellísimas, buenas y obedientes, como
en todos los cuentos. Todo era alegría en la casa hasta aquella fatídica tarde.
Rosita, la mayor de las hijas acababa de limpiar las habas, entonces la madre
le dijo:
- Baja a la bodega y súbete un tarrico de miel
para la merienda.
Rosita iba cantando cuando oyó un
murmullo en la escalera, después un balido y por último unas palabras terribles
que le cortaron la respiración
“Yo soy la cabra montesina
que se come a chicos y chacos
y personas de todo lugar”.
Y la cabra se
abalanzó sobre ella y se la tragó.
La madre extrañada por su tardanza le dijo a otra de las
niñas
- Anda, Guayén, baja a la bodega a ver que pasa con Rosita y trae la
miel para merendar.
La niña se dirigió escaleras abajo llamando a su hermana. De repente su voz quedó ahogada por otra
tenebrosa con idénticas palabras. Y la pobrecita niña corrió la misma suerte
que su hermana.
Pasaba el tiempo y ninguna de ellas subía. “¿Estarían jugando con algo allá abajo?”
Pensaba la madre:
- Marieta, hija, baja a la bodega a ver que hacen tus hermanas y diles
que se den prisa.
Y la cabra se apareció en la escalera por 3ª
vez repitiendo la misma frase a la infortunada Marieta que fue a reunirse con
sus hermanas en la tripa del terrible animal.
La inquietud de la madre iba en aumento, así que decidió
bajar “Bajaré yo a ver qué pasa. Nunca me ha ocurrido algo así con las niñas,
siempre tan obedientes”
Bajaba despacio, sin hacer ruido estaba cerca cuando escuchó la
escalofriante frase Echó a correr escaleras arriba, la cabra no pudo
alcanzarla, salió a la calle llorando y pidiendo auxilio
- ¡Mis hijas, mis hijas!
Aparecieron un par de guardias para ayudarla
- ¿Qué le pasa buena mujer?
- ¡Ay! Que en la escalera de la bodega hay una cabra montesina que se ha
tragado a mis hijas.
Los guardias desenvainaron los sables y se dirigieron a
la bodega. Todo estaba en silencio hasta que se oyó
“Yo soy
la cabra montesina /
que se come a chicos y chacos y
guardias /
y personas de todo lugar”
Y también se tragó a los guardias.
Otra vez está la Sra. Práxedes, en la puerta de su casa,
llorando a lágrima viva. En ese momento llega un pelotón de soldado con el
sargento, un, dos, un , dos, un, dos...
Al escuchar los llantos de la mujer el sargento dio el
grito de alto. Los soldados se detuvieron dando un taconazo ¡Cataclá!
- ¿Qué le sucede señora?
- ¡Ay, muchachos! Que una cabra montesina se ha tragado a mis tres hijas
y a una pareja de guardias que quisieron
socorrerlas...
- No se preocupe, nosotros bajamos y la matamos.
Con esto la buena mujer se tranquilizó La cabra no podría
con muchachos tan valientes. Y allá fueron los soldados en formación porrón
pon pon, porrón pon pon hacia la bodega.
Y otra vez la cruenta voz
Yo soy la cabra montesina
que se come a chicos y chacos y
guardias y soldados
y personas de todo lugar”
Y aunque parezca cosa de cuentos, se tragó
también a los soldados con sargento y todo.
La desesperación de la Sra. Práxedes no tenía límites. Ya
nunca recuperaría a sus hijas. Las lágrimas le corrían a chorro. Pasó una
hormiguita y le dijo:
- No se preocupe Yo los salvaré.
- ¿Cómo vas a poder tú, una hormiguita tan pequeña?
- Ya le digo que yo los salvaré.
Y con pasos menuditos se fue a la bodega. La cabra, que tenía muy buen
oído la oyó bajar y repitió su cantinela.
“Yo soy la cabra montesina /
que se come a chicos y chacos y
guardias y soldados / y hormigas
y personas de todo lugar”
Y se fue a por ella, pero su bocaza era demasiado grande y siempre se le
escapaba. La hormiguita se le subió por una pata y empezó a picarla y picarla.
La puso tan nerviosa que la cabra terminó dando saltos descontrolados hasta que
cayó escaleras abajo y se mató.
¡Qué alegría! La Sra. Práxedes
vio como salían de la tripa de la cabra
los soldados desfilando porrón pon, pon, porrón pon pon y detrás los guardias
limpiando sus sables. A continuación, vivas y sonrientes aparecieron Marieta,
Guayén y Rosita.
- ¡Ay, Hormiguita! ¿Cómo te podré pagar un favor tan grande? Ya sé, te
daré un saco de trigo para que no tengas que trabajar en todo el verano y
tengas comida para todo el invierno.
La hormiguita se puso a cantar
“No cabe tanto en mi saquetillo, no
muele tanto mi molinillo”
- Pues si no quieres un saco, te daré un
puñado.
La hormiguita volvió a cantar lo mismo
-
Entonces te daré una docena de granos
Y otra vez la canción...
- Pues media docena...
La hormiga seguía cantando...
- Bueno, te daré un grano...
Y la hormiguita muy contenta cantó
“Sí cabe tanto en mi saquetillo, sí
muele tanto mi molinillo”
Tomó su grano y todos sonrientes la vieron marchar feliz arrastrando su
saquetillo.
Y... colorín colorado, este
cuento se ha acabado.( por la chimenea al tejaü)
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